Motorland classic festival



Durante el último fin de semana del pasado mes de octubre, los amantes del automovilismo estuvimos de enhorabuena, ya que en el circuito de Alcañiz se celebraron dos eventos paralelos, Motorland Classic Festival y Festival Auto Classic, que sin tregua ni descanso ofrecieron todo tipo de exposiciones y exhibiciones en las que el denominador común eran el olor a gasolina y el culto a las máquinas.

La posibilidad de estacionar dentro del anillo de Motorland, y la propia exposición repartida por el “paddock”, ofrece una de las pocas oportunidades para pasear a nuestras anchas por un circuito internacional de velocidad.





En una explanada frente a las tribunas, una vasta área de aparcamiento alberga a aquellos que han venido conduciendo su propio vehículo clásico… En coches, abundan los “youngtimers”, objetos de deseo postadolescente para aquellos que transitamos por la cuarta década de la vida: hacía tiempo que no veía un Renault Fuego, un Fiat Uno Turbo o un Opel Corsa GSI.




Por supuesto había mucho más, decenas y decenas de máquinas con varias décadas a cuestas.













 También había motos, pocas pero muy bien elegidas: una Yamaha FJ1200 con más mili encima que la cabra de la legión, una de las primeras Honda CBR, y una Kawasaki ZXR “Telefónica”… Lo mejor de las motos estaba adentro, en la exposición, o bien haciendo una ruta “café racer” por la comarca. Antes de que me marche habrán vuelto todas, y entonces podré disfrutarlas.






En un área delimitada por vallas, los 80 participantes del “V Rally de Regularidad” esperan impacientes la salida, con vehículos cuya antigüedad mínima es del año 1989; Deltas Integrales, Mantas y Abarths, entre otros pata negra, se dejan observar antes de meterse en faena.




Decenas de autocaravanas y algunas tiendas de campaña acogen a los pilotos participantes en la concentración de sidecars de competición (la mayoría, franceses), y también de las “European Classic Series”. Ian Simpson, vencedor por partida triple en el TT de la isla de Man, también participa y está pululando por aquí…



 El asfalto de Alcañiz no se enfría en ningún momento, ya que a las carreras mencionadas hay que añadir las mangas de la “Fórmula Vintage” (monoplazas históricos), y las tandas abiertas a todos los aficionados, que no han dejado ni un hueco disponible gracias a la ciber-reserva anticipada. Y el domingo a mediodía todos están invitados a dar una vuelta al circuito en la “Motorland Classic Parade”.






Una gran carpa aloja el “Auto Classic”, con espacios diferenciados para el mercadillo y los vehículos de exposición, algunos de estos últimos recientemente ascendidos de la cotidianidad al objeto de culto. Una vez más, y como agradable sorpresa, descubrimos que algunas de estas joyas tienen PVP, y por tanto la posibilidad de llevártelas a casa, si tu economía, el espacio en el parking y la paciencia de tu santa pareja te lo permiten.









No puedo dejar de mencionar las bicicletas, que intentan hacerse un hueco entre tanto motor de explosión...
Un espacio del “paddock” ha sido ocupado por la feria “Militaria”, mercadillo de todo lo relacionado con lo bélico en general, y con la Guerra Civil en particular: sorprende la cantidad de stands que venden todo tipo de restos encontrados en los campos de batalla gracias a un detector de metales. Por lo demás, uniformes, cascos y todo tipo de literatura bélica se concentran en un espacio que, te interese o no la temática, no deja de ser singular. Y el domingo, se celebró la recreación histórica de la toma de Caspe, en un monte cercano al circuito.



Vuelvo atrás sobre lo escrito, y reparo en que aún quedan muchas cosas por mencionar: la concentración de camiones clásicos y americanos (la bocina de uno de ellos casi me hace saltar los empastes), el encuentro de motos Café Racer, el Encuentro Nacional de carreras motociclistas en cuesta, el IV Trial Motorland, la exposición de miniaturas de Javier Fuster, el final de fiesta recorriendo el antiguo circuito urbano de Alcañiz… Lo dicho, una magnífica jornada para los que andamos locos cada vez que olemos gasolina.





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