La historia de la carretera C-462
se puede considerar reciente, ya que la parte más “excitante” del recorrido existe
desde hace poco más de veinte años; el resto de la vía son anónimos retales
secundarios que comunican pueblos de la sierra del Cadí, muchos de ellos habitados
por tantas personas como dedos tienes en las manos.
Todo empezó a cambiar allá por
los años 90, coincidiendo con la construcción del embalse de la Llosa del
Cavall: encajonado en un anónimo valle de la sierra de Busa, fue necesario
construir una carretera para que ingenieros y operarios pudieran acceder hasta
las obras de la presa.
La “inauguración” del pantano
aconteció en 1997, sin fanfarria ni cortes de cinta: la central hidroeléctrica
que debía convertir la fuerza del agua en kilovatios nunca llegó a instalarse,
pese a que el diseño de la presa así lo preveía. Nadie supo dar una razón para
explicar este paso atrás. A día de hoy, el pantano de la Llosa es un monumental
“contenedor” de agua del río Cardener, y también sitio de recreo para
piragüistas, pescadores y amantes del turismo de paisajes.
Pero volvamos a la carretera;
como apuntaba antes, se construyó expresamente para las obras de la presa, por
lo que su titularidad era privada: pese a ello, los gestores del pantano nunca
pusieron trabas para que los vecinos pudieran utilizarla casi desde el primer
día, y así evitar la retorcida y parcheada LV-4241.
En el año 2001 se reordenó toda
la nomenclatura de carreteras que no dependían del Estado; cada autonomía
generó sus propios códigos para denominar las vías, y la C-462 se convirtió en una realidad "sin cortes" que unía las comarcas del Alt Urgell y el Solsonès… Pero antes de que eso pasara, muchos motoristas conocíamos esta "carretera sin nombre" que parecía diseñada a imagen y semejanza de un circuito.
La ruta empieza en Solsona; con algo menos de 9000 habitantes, es el motor económico
y social de la zona. Tiene su propia sede episcopal: el obispo Vicente Enrique
Tarancón ejerció aquí durante la posguerra. Merece la pena perderse por las
calles del barrio antiguo, muy bien conservado.
Saliendo del municipio por la
C-26, dirección Berga, en menos de un minuto llegamos al desvío de la C-462, el “kilómetro cero”. De manera paulatina, iremos ganando altura, primero flanqueados
por campos de cultivo, más tarde sumergidos en un bosque que nos observa, pero
no nos engulle. El asfalto se retuerce en curvas de radio perfecto para
permitir tumbadas fotogénicas.
A la altura del kilómetro 13, un
túnel excavado en la roca nos deposita en la coronación de la presa. En ambos
extremos hay apartaderos para contemplar el paisaje. Hacia el sur, el río Cardener se aleja encajonado en el valle, y hacia el norte, el
embalse muestra su majestuosidad; a nuestra izquierda tenemos la
“loma de Lord”, y sobre ella, el santuario del mismo nombre, únicamente
accesible a pie.
Más allá de la presa, un túnel
indica el recorrido más fotogénico de la carretera, siempre jugando
entre los bordes del agua y las paredes de la sierra. Allá donde la orografía
se pone difícil, hay un túnel o un viaducto para seguir adelante.
En el kilómetro 33, está
el pueblo de Sant Llorenç de Morunys, cuya población de 300 habitantes
se ve multiplicada en invierno a causa de la proximidad de las estaciones de
esquí de Port del Compte y Tuixent.
La
carretera remonta de manera decidida, perdiendo calidad y anchura del asfalto,
y también en cierta manera la “diversión” del pilotaje: toca sosegar el ritmo y
disfrutar de los soberbios paisajes de la alta montaña tradicional. A media subida está el
nacimiento del río Cardener, otro buen lugar para descansar y saciar nuestra
sed, si se tercia.
En el kilómetro 41, y después de
haber trazado unas cuantas de esas curvas que los italianos llaman “tornanti”,
llegamos a la altura máxima, el “coll de Port” (1668 msnm);
partición entre las sierras del Port del Compte y el serrat de la Sella, fue
lugar estratégico en tiempos medievales. Hoy, las infraestructuras modernas
discurren por otros valles, y por el coll de Port sólo transitan ciclistas que
no quieren sustos con los coches, o deportistas invernales que suben a la
estación de esquí de Tuixent. A pie de carretera, un
refugio-restaurante nos puede ser útil para reponer energías.
La cara norte de la
sierra del Cadí muestra su cara más abrupta. Entramos en la comarca del Alt Urgell, pequeños pueblos se
diseminan aquí y allá. La carretera pide ser recorrida con calma, sin perder
de vista los pequeños desprendimientos de rocas que probablemente encontraremos
en el asfalto.
El primer pueblo de la bajada es Tuixent, hoy anónimo si no fuera por la estación de esquí, y eminentemente agrícola. Nadie diría que aquí se vivieron tiempos de asedio, destrucción y muerte en el siglo XIX, durante la guerra de la
regencia de Urgell primero, y la guerra carlina después.
Tras dejar atrás Cornellana,
Fórnols y Adraén, llegamos al mirador de la Trava, también llamado del Sot de
Pregona, donde además de admirar las rocas de tierra roja que caracterizan esta
zona del Cadí, podremos contemplar buena parte de la comarca, la población de
la Seu d’Urgell, y más al fondo, el Pirineo andorrano.
Fórnols |
Mirador la Trava |
Mirador la Trava |
Mirador la Trava |
Adraén |
El descenso nos lleva
hasta el kilómetro 88, donde un puente sobre el río Segre (el “pont de la
Palanca”) facilita el acceso a la Seu d’Urgell, capital de la comarca, con un
gran dinamismo social y cultural… y algunas historias “fronterizas” de
contrabando que no aparecen en las guías turísticas. La catedral de Santa María
d’Urgell es la única íntegramente románica que hay en Cataluña.
El Ges |
La Seu d'Urgell |
Aquí finaliza esta ruta, que
puede ser "excusa" para recorrerla por sí sola, o bien un punto y seguido para seguir recorriendo
el Pirineo… Saludos y buena ruta!
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